La retención de líquidos, también conocida como edema, es una condición de salud caracterizada por una acumulación excesiva de líquidos en los tejidos del cuerpo.
Esta afección, que puede ser tanto patológica como no patológica, requiere atención y medidas adecuadas para su manejo y tratamiento. Es esencial diferenciar entre retención de líquidos patológica y no patológica para determinar el curso de tratamiento más adecuado y evitar complicaciones adicionales.
Los síntomas comunes de la retención de líquidos incluyen aumento inexplicable de peso, hinchazón en las piernas y tobillos, aumento del perímetro abdominal y disminución de la micción. Aunque se asocia más comúnmente con edades avanzadas, puede ocurrir en personas de todas las edades, incluso en adolescentes.
Reducir el consumo de sodio: Una de las principales fuentes de sodio es la sal que utilizamos en la cocina. Por lo tanto, es fundamental reducir al máximo el consumo de sal para controlar la retención de líquidos.
Evitar estar mucho tiempo de pie: Pasar largos períodos de tiempo de pie, especialmente en lugares cerrados y calurosos, puede dificultar la circulación sanguínea y contribuir a la retención de líquidos. Es importante permitir que la sangre circule adecuadamente, por lo que se recomienda alternar períodos de estar parado con períodos de descanso.
Elevar las piernas al sentarse: Se aconseja sentarse con las piernas levantadas para ayudar a prevenir la acumulación de sangre en las piernas y facilitar el retorno venoso.
Uso de diuréticos naturales: Algunas hierbas como la cola de caballo tienen propiedades diuréticas que pueden ayudar a eliminar el exceso de líquidos y sodio a través de la orina o las heces. Estos diuréticos naturales también pueden tener propiedades regeneradoras y astringentes, lo que los convierte en opciones efectivas para controlar la retención de líquidos.
Alimentos recomendados para controlar la retención de líquidos:
Lácteos bajos en sodio: La leche, yogur y quesos pueden consumirse siempre y cuando sean bajos en sodio. Se deben limitar los quesos curados y semicurados, ya que suelen tener un alto contenido de sodio.
Carnes magras y frescas: Las carnes magras y frescas son opciones aceptables, mientras que se deben evitar las conservas, ahumados, embutidos y otros productos cárnicos con alto contenido de sal.
Pescados frescos: Los pescados frescos son preferibles a las variedades en conserva, ahumadas o saladas, como el bacalao, que pueden contribuir a la retención de líquidos debido a su alto contenido de sodio.
Frutas, verduras y cereales: Las frutas, verduras y cereales son opciones saludables que pueden consumirse libremente, siempre y cuando estén libres de sal añadida. Se deben evitar los frutos secos salados y los aperitivos procesados que contengan altas cantidades de sodio