El Producto Bruto Interno (PBI) de Argentina registró en el segundo trimestre de 2025 su primera caída intertrimestral en un año.
Según los datos oficiales, la economía se contrajo un 0,1% respecto de los primeros tres meses del año, en medio de salarios reales deprimidos, alta volatilidad del dólar y tasas de interés elevadas.
El consumo privado, principal motor de la economía, se redujo un 1,1% intertrimestral, reflejando el impacto de los bajos ingresos reales. A su vez, las exportaciones retrocedieron un 2,2%, mientras que la inversión descendió un 0,5%.
En términos interanuales, la economía exhibió una mejora del 6,3%, aunque vale remarcar la baja base de comparación del segundo trimestre de 2024, cuando todavía no había comenzado el repunte en «V».
Respecto de hace un año, se destacó puntualmente un avance del 32,1% en la inversión, traccionada fundamentalmente por aumentos en maquinaria y equipo, y equipos de transporte, particularmente de origen importado. El consumo trepó 9,9%, las exportaciones 3,3% y el gasto público un 0,6%.
A nivel sectorial, los principales incrementos anuales se verificaron en intermediación financiera (+26,7%), hoteles y restaurantes (+17%) y construcción (+10,6%). En el otro extremo, resaltó una profunda caída del 42,2% en la pesca, rubro que estuvo afectado por un conflicto sindical, derivado de una crisis estructural por la caída de las exportaciones, no compensada por el consumo interno.
La única variable que mostró un crecimiento en este período fue el gasto público, que avanzó 1,1%, pese a ser señalado con frecuencia por el Gobierno como un factor de distorsión económica.
Los economistas anticipan que el tercer trimestre de 2025 mostrará resultados aún más negativos, debido a la combinación de un dólar volátil, tasas de interés altas y salarios que siguen rezagados frente a la inflación.
En este contexto, analistas advierten que el superávit fiscal es condición necesaria, pero no suficiente para garantizar un sendero de crecimiento sostenido.