El fentanilo es un medicamento opioide de uso hospitalario que se emplea principalmente en el ámbito de la anestesia y para el tratamiento del dolor intenso.
Aunque su uso está regulado, su potencia y rapidez de acción lo convierten en un fármaco de alto riesgo cuando no se administra adecuadamente o es manipulado fuera de los estándares sanitarios.
El uso prolongado de medicamentos opioides puede generar adicción y dependencia física o mental. Sin embargo, cuando son indicados y controlados por un profesional de la salud, quienes sufren dolor crónico no deberían dejar de usarlos por miedo a volverse dependientes.
Cabe señalar que cuando se consume sin supervisión médica, puede provocar adicción, dificultad para respirar, pérdida de conocimiento, coma e incluso la muerte. Por eso, su uso exige un control médico estricto.
Además, por su potencia y efectos similares a la heroína, el fentanilo también se vende ilegalmente en varios países. Aunque la crisis más grave se vive en Norteamérica, Argentina también enfrenta casos crecientes relacionados con su consumo no autorizado.
Hace unas semanas la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) clausuró HLB Pharma Group S.A. y Laboratorios Ramallo, vinculadas a la distribución de un lote de fentanilo contaminado, que habría provocado un brote de neumonía.
El Ministerio de Salud ya confirmó un total de 69 personas presuntamente infectadas y la muerte de 33 pacientes de hospitales a quienes se les había suministrado el fármaco.
Según la investigación, las ampollas estaban contaminadas con bacterias como Ralstonia pickettii y Klebsiella pneumoniae productora de metalobetalactamasa (MBL), ambas altamente resistentes a los antibióticos.
La ANMAT comunicó la orden judicial de recuperar e inmovilizar “en cuarentena” el producto contaminado abarca a tres lotes del medicamento. Hasta ese momento, y desde el 13 de mayo, cuando comenzó la investigación formal, la indicación se limitaba a un solo lote del fármaco.