Con la llegada del invierno y los aumentos en las tarifas, es indispensable elegir el aparato electrónico que menos energía consume.
La Asociación de Distribuidoras de Energía Eléctrica (ADEERA) brindó una serie de recomendaciones para calefaccionar las casas de forma eficiente. Además de elegir bien el tipo de artefacto, es clave adoptar ciertos hábitos que ayudan a retener el calor y evitar el derroche de energía.
Uno de los puntos centrales es el aislamiento: antes de encender cualquier aparato, conviene asegurarse de que puertas y ventanas estén bien cerradas. Un ambiente mal sellado obliga a los calefactores a trabajar más tiempo y con mayor potencia para mantener una temperatura estable.
Por otro lado, si el sistema elegido funciona de manera eléctrica, no es necesario ventilar constantemente. A diferencia de los sistemas a gas, el calor generado por radiación no consume oxígeno, por lo tanto, no representa un riesgo directo en ambientes cerrados.
Según los criterios de bienestar térmico y ahorro energético, durante el día conviene mantener la temperatura entre 19 y 21 °C. Por la noche, se sugiere que no descienda de los 15 °C, aunque lo más adecuado es mantenerla en torno a los 17 °C.
Mantener esta franja térmica permite conservar una buena sensación de confort sin exigir de más a los equipos eléctricos. Cada grado por encima de lo necesario implica un esfuerzo adicional que se traduce en consumo eléctrico y gasto económico.
Ajustar el termostato o regular el tiempo de encendido de los aparatos puede marcar una diferencia real en el presupuesto mensual. Por eso, además del tipo de calefactor, conviene prestar atención a su uso: cuánto tiempo permanece encendido, a qué temperatura y en qué tipo de ambiente se lo emplea.
Comparativa de diferentes artefactos para calefaccionar:
Caloventor: ideal para calentar rápido un ambiente chico, pero con un consumo alto, que ronda los 2000 W. Si se lo mantiene encendido varias horas por día, puede duplicar el gasto eléctrico mensual.
Estufa de cuarzo: trabaja por radiación y consume entre 800 y 1200 W. Calienta por zonas y no de forma pareja, por lo cual se recomienda en habitaciones pequeñas y cerradas.
Aire acondicionado en modo calor: si se trata de un equipo inverter y se utiliza en espacios bien aislados, puede resultar más eficiente que otras opciones. Su consumo se sitúa entre 1000 y 2000W, aunque rinde mejor en relación con el calor que genera. Mantenerlo a 20 °C es clave, ya que cada grado extra puede elevar el consumo hasta un 7%.
Radiador eléctrico: ofrece calor uniforme y constante. Consume entre 1500 y 2500 W y tarda más en calentar, pero resulta cómodo para quienes buscan una fuente de calor silenciosa. Su uso es más adecuado en dormitorios pequeños.
Panel calefactor: aparece como una de las opciones más eficientes. Su consumo se mantiene entre 400 y 600 W, por lo que representa un gasto más bajo. Sin embargo, su rendimiento depende de que el ambiente esté bien aislado. Puede funcionar como calefacción principal en espacios pequeños o como apoyo en zonas frías del hogar.
Más allá del tipo de calefactor, el secreto para atravesar el invierno sin sobresaltos está en el uso racional de la energía. No se trata solo de encender un aparato, sino de hacerlo en el momento justo, con el ambiente preparado y el equipo adecuado.
Cerrar puertas, sellar ventanas, usar cortinas gruesas por la noche y programar el encendido de los artefactos en horarios específicos puede ayudar a mantener la casa cálida sin necesidad de boletas abultadas.