Estar conectados a internet hoy, lejos de ser un lujo o una alternativa, es una necesidad básica. El emprendedor social Osama Manzar creó y escaló en su India natal un proyecto de acceso a internet que ya conectó a 100 millones de personas a una mejor calidad de vida.
El modelo de “conectividad colaborativa” consiste en crear centros comunitarios que son puntos de acceso a la conexión y, a su vez, lugares de capacitación en el uso de herramientas digitales. Hoy abarca a más de 10 mil “soldados de a pie digitales” en 135 distritos de áreas rurales, tribales marginadas y no alcanzadas por los servicios comerciales.
Este proyecto nació de la inquietud del emprendedor social indio Osama Manzar y de su obsesión por achicar la brecha tecnológica y brindar oportunidades reales a través de la conectividad. Este líder global, columnista, autor y conferencista, además, es becario Chevening ―la beca que otorga el Reino Unido a quienes demuestran capacidades de liderazgo― y miembro de diversos organismos que desarrollan políticas de inclusión digital. Lleva décadas trabajando para mitigar la pobreza en la India y revitalizar poblaciones postergadas a través de la herramienta más poderosa de los últimos tiempos: la información. Manzar cree en el acceso a internet como elemento igualador.
Un tercio del mundo está desconectado
Según datos recientes de la Organización de Naciones Unidas, 2.900 millones de personas ―más de un tercio de la población mundial― todavía no pueden acceder a internet. Esta cifra se ha vuelto mucho más relevante en tiempos de pandemia, situación que demostró la importancia vital de la conectividad para poder trabajar, estudiar y, en muchos casos, acceder a servicios básicos y también puso al desnudo la brecha digital. Todavía más: no fueron pocas las gestiones que asumieron erróneamente que existía un acceso universal a internet y competencias digitales al momento de implementar políticas de vacunación, educación online o acciones de bienestar social y terminaron dejando al margen a las poblaciones desconectadas.
África y Asia son los dos continentes más relegados en términos de conectividad y de acceso a herramientas digitales: en ambas regiones, solo entre el 20 y el 40 % de la población puede y sabe cómo conectarse. Los niveles de conectividad de América del Norte, Europa e incluso algunas zonas de América Latina son de entre el 70 y el 90 %.
Puntualmente, la India hoy tiene 1.300 millones de habitantes y solo cerca de 481 millones de personas conectadas. Vale decir que solamente un 37 % de su población tiene acceso a internet y la inmensa mayoría se concentra en ciudades. En las zonas remotas, este porcentaje se reduce aún más.
Mientras en los lugares donde hay internet la cantidad de usuarios y las horas que pasan en línea no paran de crecer, las zonas más relegadas del planeta se atrasan cada vez más.
El sur de Asia representa un quinto de la población mundial y es una de las regiones que más crecimiento económico ha experimentado en los últimos años. Según proyecciones del Banco Mundial para este 2022, será el continente que más habrá crecido después del parate que supuso la pandemia a nivel global. En Asia oriental y el Pacífico, se prevé para este año que el crecimiento se acelerará entre un 7,7 % y un 5,3 %. En Asia meridional, se estima que la actividad económica se expandirá en un 6,8 % . Pero este repunte es tan potente como desigual, porque suele concentrarse en las grandes ciudades.
En zonas rurales, donde vive más de dos tercios de la población de esta región, los habitantes no llegan a ver los beneficios de semejante crecimiento. Por eso, aunque Asia y el Pacífico sean el gigante de las telecomunicaciones a nivel global, su verdadero desafío es llevar la tecnología a un nivel básico y utilizarla para mejorar las vidas de millones de ciudadanos de sus propios países que aún están desconectados.
Los argumentos a favor de tal acceso ya no se discuten: la digitalización impulsa la inclusión social, económica y financiera; permite alcanzar formación educativa y servicios de salud; facilita las capacitaciones y el aprendizaje de oficios y hasta hace posibles operaciones básicas como trámites cívicos a distancia o comprar y vender productos. Además, el acceso a internet permite moldear y potenciar cambios sociales, porque estar conectados es una herramienta fundamental de formación y participación ciudadana. Básicamente, permite tener voz y conocer voces ajenas. Por eso, ningún desarrollo puede darse hoy sin internet.