La empresa Krill Design, con sede en Milán, pretende crear productos de muebles hechos con material patentado similar al plástico, siendo totalmente orgánico y biodegradable.
La compañía fue fundada en 2018 por tres arquitectos, dos de los cuales ya habían generado una empresa de impresión 3D, utilizando cáscaras de frutas, semillas de naranja y residuos de café molido recolectados en empresas en Italia.
Los productos de Krill pueden redistribuirse a las mismas empresas para su uso en sus oficinas, en lugar de muebles fabricados con plásticos comunes. Los diseños de Krill incluyen sujetalibros, taburetes, relojes, cuencos y una lámpara llamada Ohmie.
El Director de operaciones Krill, Marco Di Maio, informó que los muebles deben cambiarse cada tres o cuatro años, y que al estar hechos con el material orgánico, podrían recuperarlos, triturarlos e imprimir otros muebles con el mismo material.
Cada producto se elabora mediante un proceso de cuatro pasos. En primer lugar, los residuos alimentarios se secan y se trituran hasta obtener un polvo muy fino. A continuación, el polvo se mezcla con una alternativa plástica biodegradable conocida como polihidroxibutirato (PHB), ya que los residuos de fruta hacen que el PHB sea más rígido, según Krill. A continuación, el compuesto se convierte en filamento y, mediante una bobina, se introduce en una impresora 3D. La lámpara Ohmie tarda unas tres horas en imprimirse, pero los tiempos de impresión pueden variar según el producto.
El bioplástico, es tan resistente como la madera y no empieza a degradarse a menos que lo toquen el agua, las bacterias o la acidez. Y como está hecho de materiales orgánicos, cuando Rekrill se descompone es seguro para los peces y también puede utilizarse en un compost casero.
Sobre los precios del producto, Di Maio, reconoció que, «nuestro material cuesta probablemente seis veces más que el plástico común», afirma. «Es un proceso muy difícil y costoso, por lo que entendemos por qué muchas empresas no lo hacen, pero asumimos un riesgo y hemos tenido éxito».
Di Maio confía en que dentro de unos años, a medida que más consumidores y empresas se vean obligados a afrontar el daño que los plásticos insostenibles están causando al planeta, el uso de Rekrill sea mucho más generalizado.