Un equipo de arqueólogos descubre una pirámide submarina en el Atlántico que podría ser anterior a las imponentes pirámides de Egipto.
La estructura fue identificada a través de estudios batimétricos y exploraciones con tecnología de sonar, lo que permitió delinear con claridad su contorno geométrico y sus dimensiones monumentales.
De acuerdo con los especialistas, la construcción presenta una simetría y proporciones que difícilmente puedan atribuirse a formaciones naturales. Sus medidas alcanzan los 60 metros de altura y una base de más de 800 metros de ancho, lo que la convierte en una obra colosal para la antigüedad.
El hallazgo genera gran expectativa porque podría reescribir capítulos enteros de la historia de las civilizaciones humanas.
Si las dataciones preliminares se confirman, estaríamos frente a un testimonio de culturas capaces de desarrollar complejas técnicas de ingeniería mucho antes de lo que hasta ahora se pensaba.
El hallazgo de la pirámide submarina se suma a una serie de descubrimientos recientes que ponen en jaque la cronología tradicional de la historia humana. Sitios arqueológicos como Göbekli Tepe, en Turquía, ya habían revelado que las sociedades prehistóricas poseían mayor complejidad cultural de la imaginada.
Ahora, este monumento bajo el Atlántico parece reforzar la idea de que el conocimiento arquitectónico tiene raíces mucho más antiguas.
Aunque aún resta confirmar las hipótesis, lo cierto es que el hallazgo despierta fascinación no solo en el ámbito científico, sino también en la sociedad en general.
La posibilidad de que bajo el mar se escondan testimonios de civilizaciones olvidadas invita a replantear nuestra concepción del pasado.



